Me acuerdo de Dante, un amigo de la niñez que se reunía con nosotros a jugar en el pampón del barrio. Era muy alegre y siempre hacia alguna travesura. Tenia el cabello raya en medio y las piernas chuecas como alicate. A veces se ponía muy espeso, pero como era el mas chibolo de nosotros , le dejábamos tranquilo.
Siempre en las fechas de navidad y año nuevo reventábamos cohetones en la calle. Dante era muy valiente al reventar cohetecillos en la mano. Nosotros le mirábamos y le admirábamos. Pero lo que mas nos gustaba a nosotros era reventar los cohetones 'calavera', esos que detonaban como dinamita. Esos si que eran muy de temer. Apenas uno le prendía la mecha, tenia que salir corriendo a esconderse. Ese cohetón era capaz de volarte los dedos de la mano. Dante que era un 'loquillo' se atrevió a encenderlo en su mano y retenerlo unos cuantos segundos y luego arrojarlo lo mas lejos posible. Nosotros no le decíamos nada y le dejábamos que lo hiciera.
Dante siempre quería llamar la atención y eso nosotros lo advertimos desde el momento en que lo conocimos. En cada fiesta de cumpleaños al cual íbamos, el siempre estaba ahí para lo foto. Se metía en todas las tomas y no había foto familiar o privada que el no haya estado. Y en cada una de esas fotos mostraba esa sonrisa de oreja a oreja. Pero aquella noche de navidad le notamos mas activo que de costumbre. Se ofreció a coger la 'calavera' con la mano desnuda porque los cohetecillos ya no le llamaban mucho la atención. La primera 'calavera' que le encendimos la retuvo en su mano por el lapso de tres segundos. La segunda duro cinco segundos. La tercera duro unos seis o siete segundos. Fue en la cuarta 'calavera' cuando le hicimos reír y el muy envalentonado no quiso arrojar el cohetón por querer hacernos una broma pesada. La cosa fue que la 'calavera' se le 'pego' en los dedos y exploto. Dante grito y lloro. Daba vueltas sobre su mismo sitio intentando desaparecer el dolor pero no lo lograba. Uno de nosotros le orino en los dedos pero no alivio en nada su llanto. Le echamos tierra y tampoco dio resultado. Dante se fue a su casa corriendo y llorando y no le volvimos a ver hasta después de tres días.
Cuando le vimos estaba mas calmado y ya no mostraba la picardía de antes. Parecía que había perdido las ganas de llamar siempre la atención. Se acerco a nosotros con la cara agachada mirando al suelo y muy callado, y evitaba participar de nuestros juegos. Nosotros lo único que pudimos hacer por el era dejarle tranquilo sin obligarle a nada.
En las siguientes navidades ya no le volvimos a ver, y pasado el tiempo cada uno de nosotros tomo caminos distintos. Algunos vecinos que lo vieron dijeron que había ingresado en la policía. Otros mas exactos dijeron que trabajaba en la unidad de explosivos de la policía nacional del Perú. Cierto día por la mañana en que me levante muy temprano para ir al trabajo, encendí la televisión y vi que salió en los titulares que un suboficial de la policía llamado dante, había fallecido a causa de una explosión de bomba que el no logro desactivar a tiempo por hacerle una broma a sus compañeros. Tal vez haya sido otro dante. No lo sabemos.