miércoles, 27 de marzo de 2024

El estratega del análisis

 

Eran eso de las 8:44 de la mañana del día miércoles cuando se me presentó un ardor en medio de la boca del estómago (más parecido a una punzada). Había tomado un vaso grande de agua antes de tomar mi desayuno y creo que esa había sido la causa. Luego me senté frente a la computadora con todo el ardor encima y al rato sonó el celular. Estaba esperando una llamada acerca de una postulación a un trabajo como agente de seguridad. Había enviado mi currículum por internet mediante una página muy conocida a diferentes empresas y al parecer había satisfecho los requerimientos de alguna de ellas porque si no ¿A qué se debería esta llamada?

Debo aclarar que la delincuencia, la extorsión y el sicariato estaban poniendo en jaque a las personas y a todas las autoridades de este país. Nadie se salvaba de los asaltos, secuestros y extorsiones: fiscales, jueces, policías, alcaldes, personas importantes.

Dentro de mi familia, mi abuelo Miguel había Sido extorsionado con veinte mil soles que tuvo que pagar sino lo mataban. Mi tía Martha fue casi secuestrada cuando bajaba del taxi para llegar a su casa. Tuvieron que salir los vecinos en su auxilio sino se la llevaban. La habían estudiado y le seguían todos los pasos. Los delincuentes Iban a pedir una fuerte suma de dinero por su liberación. Y recientemente mi hermana María había sido baleada por unos delincuentes en la pierna derecha por no dejarse robar su cartera y su laptop. Era evidente que el siguiente podría ser yo. Por eso solo salía a la calle para hacer actividades puntuales nada más y evitaba salir para divertirme o a reuniones sociales.

En mi familia todos estaban prevenidos. Sobre todo, los que tenían su negocio propio o eran comerciantes.

De todos estos grupos de delincuentes, secuestradores y extorsionadores, los que más destacaban eran: “los temibles pochos de san judas Tadeo”, “los acurrucados del puente azul” y “los demonios rojos del fregadero”. Con todas estas organizaciones criminales, uno ya no podía caminar tranquilamente por la calle porque lo asaltaban y tampoco poner un negocio o emprendimiento porque lo extorsionaban exigiéndole dinero y si no cumplías te mandaban a los sicarios y te mataban. Así estábamos en este país. Y es por eso que las empresas ponen avisos en internet necesitando agentes de seguridad urgente. Y yo no quería desaprovechar esa oportunidad por eso me apunte en una de esas ofertas de trabajo.

Sin embargo, yo no estaba contento trabajando como agente de seguridad, pero en estos tiempos en el que escasea el empleo, no me quedaba de otra y cualquier trabajo con un sueldo digno y suficiente (1025 soles) como para solventar uno sus propios gastos eran aceptables.

-              ¿Alo? – contesté.

-              Julius, vente pronto.

-              Oh… Dr. Gregory ¿Cómo está UD? ¿Que se le ofrece?

-              Quiero que me ayudes a analizar mi partida. ¿Si sabes que estoy participando en el torneo “caballo de paso 2024”? Es patrocinado por la asociación del mismo nombre ¿Puedes venir, por favor?

-              Ahora estoy ocupado Dr. Gregory. No puedo. Ahora no. Es más, estoy esperando una llamada importante acerca de un empleo. Le ruego que no me llame, por favor, en estos momentos, ¿sí?

-              ¿No puedes? Pero si estoy hablando del deporte que más te gusta: el ajedrez.

-              No, señor. Analice su partida usted solo con ayuda del módulo mejor. Ahora no estoy con ganas como para atenderlo a usted.

-              No pues, Julius. No me hagas esto. ¿Te pasa algo o qué? Contaba contigo.

-              No señor. Ahora no puedo. Tengo que colgar. Adiós.

-              Esp… espera un momento, no me cuelgues. Te pagaré.

-              No me interesa. Adiós.

-              Tú te lo pierdes, Julius.

 

El Dr. Gregory se quedó preocupado por Julius por esa reacción y ese comportamiento tan negativo. Se había vuelto muy relajado. Decidió hacer algo al respecto para curar ese mal comportamiento. Algo que le enseñara a comportarse con sus mayores y le quedara de recuerdo para toda su vida. Agarro su teléfono e hizo una llamada. La llamada fue hecha a un familiar suyo. Un suboficial de la comandancia de la policía. Le dio unas instrucciones y todo quedó hecho.

 

Después de ocurrida la conversación entre el Dr. Gregory y Julius, este último colgó el teléfono y se paró de la silla. Se fue a su habitación a esperar aquella llamada acerca de la postulación al trabajo.

 

 Primero Apago la computadora y Resoplo por un momento “uffffff…”, Julius se había salvado del Dr. Gregory. “La verdad es que es todo un aburrimiento ese señor”, pensaba. Y el en ese momento no tendría ganas de compartir algo de tiempo con él. Lo que pasaba es que Julius se divertía a su manera. Se sumergía en su propio mundo, y su mundo cuando no tenía nada que hacer en ese momento era el ajedrez Blitz y el ajedrez rápido sobretodo. Al Dr. Gregory solo le interesaban las partidas lentas. Esas que duran noventa minutos más treinta segundos de incremento.

 “No, nada que ver”, se decía Julius. No se sentaría con alguien a jugar ajedrez y esperar todo ese tiempo. Él se decía a sí mismo: “Yo soy más como el campeón del mundo Magnus Carlsen que le gusta el ajedrez rápido, el Blitz, sí, eso es lo que me gusta”.

Esperó cerca de una hora sentado aquella llamada. Luego se aburrió y cogió un libro.  Se puso a leer “el capote” de Nikolai gogol, un cuento muy divertido. Aprendió de Borges que solo debería leer a los clásicos, y eso es lo que estuvo haciendo a partir de aquella fecha en la que se enteró. Cogió la lámpara y la puso sobre la mesa. La encendió y luego se acordó que la luz de la misma hacía mucho calor. La cubrió con un trapo e ilumino con su ayuda solo la parte del libro el cual iba a leer. Después de un largo rato de haber leído cerca de cuatro páginas se sentía cansado y empezó a cabecear hacia adelante por el sueño. Despertó y pudo acomodar su cuerpo en la silla para poder dormir más cómodamente. Pasaron unos minutos y nuevamente empezó a cabecear, pero está vez hacia el costado izquierdo y de pronto le metió un cabezazo a la lámpara. Esta cayó sobre la mesa y por suerte no se reventó el foco. La explosión que habría provocado, “ahhhhhh…”, dijo Julius. Se levantó de la silla, camino unos pasos y empezó a arquear el cuello hacia los lados tratando de hacerlo tronar para relajarse un poco y sacar la pereza del cuerpo.

 

Luego se acercó otra vez a la computadora para jugar una hora de ajedrez Blitz (no sin antes hacer unos minutitos de táctica). “La llamada del empleo podía esperar”, pensó Julius. Cogió el “mouse” y se dirigió a la página de ajedrez en la que juega todo el mundo (ustedes ya saben cuál es, no hay necesidad de explicarlo). Julius jugaba la apertura cuatro caballos. Pero más que jugar una apertura en específico, lo que el siempre hacia era seguir el consejo del Dr. Gregory cuando le decía: “desarrolla todas tus piezas al máximo, Julius, en lo posible”. En su primera partida empezó con las piezas blancas. “Vamos con fuerza”, se dijo a sí mismo, tratando de darse ánimo, pero perdió por tiempo.

 

En la segunda partida de tres minutos sin incremento tocaron la puerta. Dudo en abrir pues ya estaba jugando y corría el tiempo. Esperó hasta terminar la partida y luego abrir la puerta, pero el golpeteo en la puerta se hacía más fuerte y más violento. “¿qué le pasaba a esa persona? ¿Acaso era su casa que venía a tocar así de esa manera?”, se preguntaba Julius. Cuando termino su partida fue corriendo velozmente y bajo las escaleras aventándose casi desde el segundo piso. Al abrir la puerta noto que habían dejado un paquete con una hoja pegada encima que decía lo siguiente: “Si quieres seguir viviendo tú y tú familia, deberás depositar cinco mil soles en la siguiente cuenta: …44489994”, y una línea más abajo decía: “los temibles pochos de san judas Tadeo”.

 

Estaba claro que lo estaban extorsionando y su vida corría en peligro. No se asustó mucho en aquel mismo momento porque estaba con toda la adrenalina del ajedrez Blitz, pero luego de unos cuantos minutos le chocó fuertemente, se puso pálido y estuvo tan preocupado que se derrumbó en su asiento. Se mantuvo pensando como una estatua por largo rato, con la cara pálida y sudando hasta que escucho un ruido en el techo como si hubieran tirado una piedra. Efectivamente había caído una piedra envuelta en un papel que decía lo siguiente: “apresúrate, deposita el dinero si no quieres morir tú y tú familia”.

 

En ese momento de desesperación No sabía qué hacer y quise llamar al Dr. Gregory para que me ayudara.

-              Dr. Gregory... ¿Alo?... Ayúdeme por favor…

 

Tenía el celular apagado y solo atiné a dejarle un mensaje de voz. Justo ahora que lo necesitaba tenía el celular apagado ¡Maldita sea!!!!!!

Me sacudí la cabeza. Respiré hondo. Me lave la cara. Luego me quedé dormido por unos instantes. Al rato sonó el celular. Cogí el teléfono con desesperación.

-              ¿Qué pasa, Julius?

-              Dr. Gregory, me están extorsionando. Tiene que ayudarme. Me van a matar.

-              Debe ser una equivocación, hijo. Recuerda que tú no tienes tanto dinero. No eres empresario, no eres rico ¿Porque querían extorsionarte?

- lo más seguro es que se han equivocado o creen que tengo algún familiar que tiene mucho dinero y quieren sacar plata como sea. Le hablo en serio Dr. Gregory. Tiene que ayudarme.

- Ok no te preocupes. Calma y tranquilízate. Lo primero que tenemos que hacer es llamar a la policía. Tengo un sobrino que es un suboficial de la policía. Él nos puede ayudar en este caso. Esos extorsionadores no se van a salir con la suya. Ya lo verás.

- Está bien. Le agradezco por el apoyo, Dr. Gregory.

-              Muy bien. Ahora quédate en tu casa porque solo toca esperar a la policía para que vean tu caso y hagan las investigaciones respectivas. Más bien te iba a decir que voy a ir a tu casa en un auto plomo ¿De acuerdo? Me abres la puerta cuando lo identifiques. Lo hago para acompañarte y para que no estés solo con esa preocupación y todo tensionado.

-              Sí, está bien. Aquí lo espero.

-              Estoy llevando mi tablero de ajedrez con mis partidas para analizar hasta lograr resolver ese asunto de los extorsionadores con la policía.

-              Está bien Dr. Gregory, No hay ningún problema. Le ayudaré a analizar su partida con mucho gusto.

-              Ah ya, muy bien entonces. Ahí estaré.

 

Cuando llegó el Dr. Gregory. Estuvimos analizando su partida de la primera ronda de aquel torneo. Que fue la siguiente:

1. d4 h5 2. Nf3 a5 3. Nc3 d5 4. Bf4 Nf6 5. Nb5 Na6 6. e3 Bg4 7. Nc3 e6 8. Bxa6 bxa6 9. h3 Bf5 10. O-O Bd6 11. Bxd6 cxd6 12. Re1 O-O 13. Nh4 Bh7 14. f3 Bg6 15. Nxg6 fxg6 16. g4 hxg4 17. fxg4 Ne4 18. Nxe4 dxe4 19. Rf1 Rf6 20. c3 d5 21. Qe2 Qd6 22. Qg2 Raf8 23. Rxf6 gxf6 24. h4 Kg7 25. Rf1 f5 26. g5 f4 27. exf4 Rxf4 28. Rxf4 Qxf4 29. Qf2 Qg4+ 30. Kf1 Qf5 31. Qxf5 exf5 32. Kg2 Kf7 33. Kg3 Ke6 34. Kf4 a4 35. b3 axb3 36. axb3 a5 37. Ke3 Kd6 38. Kf4 Ke6 39. Ke3 Kf7 40. Kf4 Ke6 1/2-1/2

Le pregunté por qué razón jugó los dos peones laterales, y él me respondió que estaba aplicando su propia estrategia. Lo deje ahí y seguimos analizando hasta que llegó la policía.

 

-              Suboficial me han dejado este mensaje en esta hoja. Mire...

-              Ah ya veo. Estos mensajes son de la organización criminal “los temibles pochos de san judas Tadeo “. Hay que tener cuidado con esta gente.

-              Y aquí está este otro mensaje que me lanzaron por el techo envuelto en una piedra exigiendo que me apresure.

-              Déjenlo en mis manos. No sé preocupe. Hablaré con el comandante Carhuapoma. El dará la orden para de una vez intervenir y capturar a esa banda. No se preocupe.

-              Está bien señor policía.

-              Adiós.

 

Cuando se marchó el policía, ambos seguimos analizando la partida. Habían pasado dos horas aproximadamente y habíamos terminado de analizarla completamente. el Dr. Gregory dijo sentirse cansado y se marchó a su casa. Me dijo que no me preocupara y que descansara un poco porque nada me iba a pasar. No sin antes de agradecerme y felicitarme por mi paciencia y mi ayuda. “Eres un buen muchacho, Julius, después de todo, gracias por ayudarme”, me dijo.

Cuando se fue cerré la puerta con seguro (como lo hago cuando me voy a dormir) y me dirigí a mi habitación para seguir jugando ajedrez. Luego de una hora aproximadamente de jugar Blitz a tres minutos sin incremento, el susto de la extorsión no se me pasaba y no tenía ganas de dormir. Decidí llamar al Dr. Gregory para contarle que me sentía intranquilo, pero no me contestaba, volví a llamar y nada. A la tercera llamada que le hice sonó un bombazo en la puerta de la casa, como provocado por una dinamita. Eran los extorsionadores que venían a cobrar su cupo.  Me espanté horriblemente y no sabía qué hacer. El Dr. Gregory no contestaba. Miré afuera de la calle por la ventana del segundo piso y observé un auto negro esperando al frente de la casa con un grupo de hombres dentro, todos encapuchados. A los pocos minutos después de aquél bombazo se bajaron del auto y se dirigieron a La casa. Tocaron la puerta muy fuerte para amedrentarme y mi corazón empezó a palpitar como el motor de una locomotora. Pero en ese momento llamó el Dr. Gregory y me dijo muy suelto de huesos y con una gran carcajada que todo eso de los extorsionadores, de “los temibles pochos de san judas Tadeo”, había sido una broma de mal gusto armada por él. El suboficial de policía resultó ser su sobrino y las cartas extorsivas fueron creadas por él. El grupo armado del auto negro eran suboficiales de policía que también se prestaron para el engaño ya que eran amigos de su sobrino. Y todo eso lo hizo porque le conteste mal y porque no quería ayudarle a analizar su partida de ajedrez. Me disculpé con el Dr. Gregory y le prometí que nunca más le contestaría mal ni me portaría mal con él.

 

 

FIN

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

SODEDAT ROCLE

Lo conocí un domingo. Aquel día se realizaba un torneo de pesca en el muelle de Pimentel en el departamento de Lambayeque, y el premio era...