Eran eso de las 8:44 de la mañana del día miércoles cuando
se me presentó un ardor en medio de la boca del estómago (más parecido a una
punzada). Había tomado un vaso grande de agua antes de tomar mi desayuno y creo
que esa había sido la causa. Luego me senté frente a la computadora con todo el
ardor encima y al rato sonó el celular. Estaba esperando una llamada acerca de
una postulación a un trabajo como agente de seguridad. Había enviado mi
currículum por internet mediante una página muy conocida a diferentes empresas
y al parecer había satisfecho los requerimientos de alguna de ellas porque si
no ¿A qué se debería esta llamada?
Debo aclarar que la delincuencia, la extorsión y el
sicariato estaban poniendo en jaque a las personas y a todas las autoridades de
este país. Nadie se salvaba de los asaltos, secuestros y extorsiones: fiscales,
jueces, policías, alcaldes, personas importantes.
Dentro de mi familia, mi abuelo Miguel había Sido
extorsionado con veinte mil soles que tuvo que pagar sino lo mataban. Mi tía
Martha fue casi secuestrada cuando bajaba del taxi para llegar a su casa.
Tuvieron que salir los vecinos en su auxilio sino se la llevaban. La habían estudiado
y le seguían todos los pasos. Los delincuentes Iban a pedir una fuerte suma de
dinero por su liberación. Y recientemente mi hermana María había sido baleada
por unos delincuentes en la pierna derecha por no dejarse robar su cartera y su
laptop. Era evidente que el siguiente podría ser yo. Por eso solo salía a la
calle para hacer actividades puntuales nada más y evitaba salir para divertirme
o a reuniones sociales.
En mi familia todos estaban prevenidos. Sobre todo, los que
tenían su negocio propio o eran comerciantes.
De todos estos grupos de delincuentes, secuestradores y
extorsionadores, los que más destacaban eran: “los temibles pochos de san judas
Tadeo”, “los acurrucados del puente azul” y “los demonios rojos del fregadero”.
Con todas estas organizaciones criminales, uno ya no podía caminar
tranquilamente por la calle porque lo asaltaban y tampoco poner un negocio o
emprendimiento porque lo extorsionaban exigiéndole dinero y si no cumplías te
mandaban a los sicarios y te mataban. Así estábamos en este país. Y es por eso
que las empresas ponen avisos en internet necesitando agentes de seguridad
urgente. Y yo no quería desaprovechar esa oportunidad por eso me apunte en una
de esas ofertas de trabajo.
Sin embargo, yo no estaba contento trabajando como agente de
seguridad, pero en estos tiempos en el que escasea el empleo, no me quedaba de
otra y cualquier trabajo con un sueldo digno y suficiente (1025 soles) como
para solventar uno sus propios gastos eran aceptables.
- ¿Alo? –
contesté.
- Julius, vente
pronto.
- Oh… Dr.
Gregory ¿Cómo está UD? ¿Que se le ofrece?
- Quiero
que me ayudes a analizar mi partida. ¿Si sabes que estoy participando en el
torneo “caballo de paso 2024”? Es patrocinado por la asociación del mismo
nombre ¿Puedes venir, por favor?
- Ahora
estoy ocupado Dr. Gregory. No puedo. Ahora no. Es más, estoy esperando una
llamada importante acerca de un empleo. Le ruego que no me llame, por favor, en
estos momentos, ¿sí?
- ¿No
puedes? Pero si estoy hablando del deporte que más te gusta: el ajedrez.
- No,
señor. Analice su partida usted solo con ayuda del módulo mejor. Ahora no estoy
con ganas como para atenderlo a usted.
- No pues,
Julius. No me hagas esto. ¿Te pasa algo o qué? Contaba contigo.
- No
señor. Ahora no puedo. Tengo que colgar. Adiós.
- Esp…
espera un momento, no me cuelgues. Te pagaré.
- No me
interesa. Adiós.
- Tú te lo
pierdes, Julius.
El Dr. Gregory se quedó preocupado por Julius por esa
reacción y ese comportamiento tan negativo. Se había vuelto muy relajado.
Decidió hacer algo al respecto para curar ese mal comportamiento. Algo que le
enseñara a comportarse con sus mayores y le quedara de recuerdo para toda su
vida. Agarro su teléfono e hizo una llamada. La llamada fue hecha a un familiar
suyo. Un suboficial de la comandancia de la policía. Le dio unas instrucciones
y todo quedó hecho.
Después de ocurrida la conversación entre el Dr. Gregory y
Julius, este último colgó el teléfono y se paró de la silla. Se fue a su
habitación a esperar aquella llamada acerca de la postulación al trabajo.
Primero Apago la
computadora y Resoplo por un momento “uffffff…”, Julius se había salvado del
Dr. Gregory. “La verdad es que es todo un aburrimiento ese señor”, pensaba. Y
el en ese momento no tendría ganas de compartir algo de tiempo con él. Lo que
pasaba es que Julius se divertía a su manera. Se sumergía en su propio mundo, y
su mundo cuando no tenía nada que hacer en ese momento era el ajedrez Blitz y
el ajedrez rápido sobretodo. Al Dr. Gregory solo le interesaban las partidas lentas.
Esas que duran noventa minutos más treinta segundos de incremento.
“No, nada que ver”,
se decía Julius. No se sentaría con alguien a jugar ajedrez y esperar todo ese
tiempo. Él se decía a sí mismo: “Yo soy más como el campeón del mundo Magnus
Carlsen que le gusta el ajedrez rápido, el Blitz, sí, eso es lo que me gusta”.
Esperó cerca de una hora sentado aquella llamada. Luego se
aburrió y cogió un libro. Se puso a leer
“el capote” de Nikolai gogol, un cuento muy divertido. Aprendió de Borges que
solo debería leer a los clásicos, y eso es lo que estuvo haciendo a partir de
aquella fecha en la que se enteró. Cogió la lámpara y la puso sobre la mesa. La
encendió y luego se acordó que la luz de la misma hacía mucho calor. La cubrió
con un trapo e ilumino con su ayuda solo la parte del libro el cual iba a leer.
Después de un largo rato de haber leído cerca de cuatro páginas se sentía
cansado y empezó a cabecear hacia adelante por el sueño. Despertó y pudo
acomodar su cuerpo en la silla para poder dormir más cómodamente. Pasaron unos
minutos y nuevamente empezó a cabecear, pero está vez hacia el costado
izquierdo y de pronto le metió un cabezazo a la lámpara. Esta cayó sobre la
mesa y por suerte no se reventó el foco. La explosión que habría provocado,
“ahhhhhh…”, dijo Julius. Se levantó de la silla, camino unos pasos y empezó a
arquear el cuello hacia los lados tratando de hacerlo tronar para relajarse un
poco y sacar la pereza del cuerpo.
Luego se acercó otra vez a la computadora para jugar una
hora de ajedrez Blitz (no sin antes hacer unos minutitos de táctica). “La
llamada del empleo podía esperar”, pensó Julius. Cogió el “mouse” y se dirigió
a la página de ajedrez en la que juega todo el mundo (ustedes ya saben cuál es,
no hay necesidad de explicarlo). Julius jugaba la apertura cuatro caballos.
Pero más que jugar una apertura en específico, lo que el siempre hacia era
seguir el consejo del Dr. Gregory cuando le decía: “desarrolla todas tus piezas
al máximo, Julius, en lo posible”. En su primera partida empezó con las piezas
blancas. “Vamos con fuerza”, se dijo a sí mismo, tratando de darse ánimo, pero
perdió por tiempo.
En la segunda partida de tres minutos sin incremento tocaron
la puerta. Dudo en abrir pues ya estaba jugando y corría el tiempo. Esperó
hasta terminar la partida y luego abrir la puerta, pero el golpeteo en la
puerta se hacía más fuerte y más violento. “¿qué le pasaba a esa persona?
¿Acaso era su casa que venía a tocar así de esa manera?”, se preguntaba Julius.
Cuando termino su partida fue corriendo velozmente y bajo las escaleras
aventándose casi desde el segundo piso. Al abrir la puerta noto que habían
dejado un paquete con una hoja pegada encima que decía lo siguiente: “Si
quieres seguir viviendo tú y tú familia, deberás depositar cinco mil soles en
la siguiente cuenta: …44489994”, y una línea más abajo decía: “los temibles
pochos de san judas Tadeo”.
Estaba claro que lo estaban extorsionando y su vida corría
en peligro. No se asustó mucho en aquel mismo momento porque estaba con toda la
adrenalina del ajedrez Blitz, pero luego de unos cuantos minutos le chocó
fuertemente, se puso pálido y estuvo tan preocupado que se derrumbó en su
asiento. Se mantuvo pensando como una estatua por largo rato, con la cara
pálida y sudando hasta que escucho un ruido en el techo como si hubieran tirado
una piedra. Efectivamente había caído una piedra envuelta en un papel que decía
lo siguiente: “apresúrate, deposita el dinero si no quieres morir tú y tú
familia”.
En ese momento de desesperación No sabía qué hacer y quise
llamar al Dr. Gregory para que me ayudara.
- Dr.
Gregory... ¿Alo?... Ayúdeme por favor…
Tenía el celular apagado y solo atiné a dejarle un mensaje
de voz. Justo ahora que lo necesitaba tenía el celular apagado ¡Maldita
sea!!!!!!
Me sacudí la cabeza. Respiré hondo. Me lave la cara. Luego
me quedé dormido por unos instantes. Al rato sonó el celular. Cogí el teléfono
con desesperación.
- ¿Qué
pasa, Julius?
- Dr.
Gregory, me están extorsionando. Tiene que ayudarme. Me van a matar.
- Debe
ser una equivocación, hijo. Recuerda que tú no tienes tanto dinero. No eres
empresario, no eres rico ¿Porque querían extorsionarte?
- lo más seguro es que se han equivocado o creen que tengo
algún familiar que tiene mucho dinero y quieren sacar plata como sea. Le hablo
en serio Dr. Gregory. Tiene que ayudarme.
- Ok no te preocupes. Calma y tranquilízate. Lo primero que
tenemos que hacer es llamar a la policía. Tengo un sobrino que es un suboficial
de la policía. Él nos puede ayudar en este caso. Esos extorsionadores no se van
a salir con la suya. Ya lo verás.
- Está bien. Le agradezco por el apoyo, Dr. Gregory.
- Muy
bien. Ahora quédate en tu casa porque solo toca esperar a la policía para que
vean tu caso y hagan las investigaciones respectivas. Más bien te iba a decir
que voy a ir a tu casa en un auto plomo ¿De acuerdo? Me abres la puerta cuando
lo identifiques. Lo hago para acompañarte y para que no estés solo con esa
preocupación y todo tensionado.
- Sí, está
bien. Aquí lo espero.
- Estoy
llevando mi tablero de ajedrez con mis partidas para analizar hasta lograr
resolver ese asunto de los extorsionadores con la policía.
- Está
bien Dr. Gregory, No hay ningún problema. Le ayudaré a analizar su partida con
mucho gusto.
- Ah ya,
muy bien entonces. Ahí estaré.
Cuando llegó el Dr. Gregory. Estuvimos analizando su partida
de la primera ronda de aquel torneo. Que fue la siguiente:
1. d4 h5 2. Nf3 a5 3. Nc3 d5 4. Bf4 Nf6 5. Nb5 Na6 6. e3 Bg4
7. Nc3 e6 8. Bxa6 bxa6 9. h3 Bf5 10. O-O Bd6 11. Bxd6 cxd6 12. Re1 O-O 13. Nh4
Bh7 14. f3 Bg6 15. Nxg6 fxg6 16. g4 hxg4 17. fxg4 Ne4 18. Nxe4 dxe4 19. Rf1 Rf6
20. c3 d5 21. Qe2 Qd6 22. Qg2 Raf8 23. Rxf6 gxf6 24. h4 Kg7 25. Rf1 f5 26. g5
f4 27. exf4 Rxf4 28. Rxf4 Qxf4 29. Qf2 Qg4+ 30. Kf1 Qf5 31. Qxf5 exf5 32. Kg2
Kf7 33. Kg3 Ke6 34. Kf4 a4 35. b3 axb3 36. axb3 a5 37. Ke3 Kd6 38. Kf4 Ke6 39.
Ke3 Kf7 40. Kf4 Ke6 1/2-1/2
Le pregunté por qué razón jugó los dos peones laterales, y
él me respondió que estaba aplicando su propia estrategia. Lo deje ahí y
seguimos analizando hasta que llegó la policía.
- Suboficial
me han dejado este mensaje en esta hoja. Mire...
- Ah ya
veo. Estos mensajes son de la organización criminal “los temibles pochos de san
judas Tadeo “. Hay que tener cuidado con esta gente.
- Y aquí
está este otro mensaje que me lanzaron por el techo envuelto en una piedra
exigiendo que me apresure.
- Déjenlo
en mis manos. No sé preocupe. Hablaré con el comandante Carhuapoma. El dará la
orden para de una vez intervenir y capturar a esa banda. No se preocupe.
- Está
bien señor policía.
- Adiós.
Cuando se marchó el policía, ambos seguimos analizando la
partida. Habían pasado dos horas aproximadamente y habíamos terminado de
analizarla completamente. el Dr. Gregory dijo sentirse cansado y se marchó a su
casa. Me dijo que no me preocupara y que descansara un poco porque nada me iba
a pasar. No sin antes de agradecerme y felicitarme por mi paciencia y mi ayuda.
“Eres un buen muchacho, Julius, después de todo, gracias por ayudarme”, me
dijo.
Cuando se fue cerré la puerta con seguro (como lo hago
cuando me voy a dormir) y me dirigí a mi habitación para seguir jugando
ajedrez. Luego de una hora aproximadamente de jugar Blitz a tres minutos sin
incremento, el susto de la extorsión no se me pasaba y no tenía ganas de
dormir. Decidí llamar al Dr. Gregory para contarle que me sentía intranquilo,
pero no me contestaba, volví a llamar y nada. A la tercera llamada que le hice
sonó un bombazo en la puerta de la casa, como provocado por una dinamita. Eran
los extorsionadores que venían a cobrar su cupo. Me espanté horriblemente y no sabía qué
hacer. El Dr. Gregory no contestaba. Miré afuera de la calle por la ventana del
segundo piso y observé un auto negro esperando al frente de la casa con un
grupo de hombres dentro, todos encapuchados. A los pocos minutos después de aquél
bombazo se bajaron del auto y se dirigieron a La casa. Tocaron la puerta muy
fuerte para amedrentarme y mi corazón empezó a palpitar como el motor de una
locomotora. Pero en ese momento llamó el Dr. Gregory y me dijo muy suelto de
huesos y con una gran carcajada que todo eso de los extorsionadores, de “los
temibles pochos de san judas Tadeo”, había sido una broma de mal gusto armada
por él. El suboficial de policía resultó ser su sobrino y las cartas extorsivas
fueron creadas por él. El grupo armado del auto negro eran suboficiales de
policía que también se prestaron para el engaño ya que eran amigos de su sobrino.
Y todo eso lo hizo porque le conteste mal y porque no quería ayudarle a
analizar su partida de ajedrez. Me disculpé con el Dr. Gregory y le prometí que
nunca más le contestaría mal ni me portaría mal con él.
FIN