domingo, 21 de enero de 2024

La rata

 Estábamos todos dormidos cuando de pronto escuchamos un ruido en la bolsa de la basura. No teníamos un tacho en ese momento por eso solo acumulábamos los desechos en una bolsa plástica de mercado. Como siempre dejábamos restos de comida era muy probable que vinieran las ratas. No habíamos vista una en años y por eso nos sorprendió su aparición. Me acuerdo muy bien de la ultima rata. Aquel roedor murió por la trampa que le puse. Se la puse muy sensible al tacto. Tanto así que se activaba hasta por un leve suspiro. Cuando cayo corrí a encender la luz del pequeño cuarto debajo de la escalera. La encontré agonizando y pataleando sin cesar, mostrando esos grandes ojos saltones de un color negro azabache. Cogí un machete y le chanque la cabeza y cuello con el filo del mismo repetidas veces hasta que dejo de moverse. 

En esta ocasión entre mi familia y yo acordamos en que yo me encargaría otra vez de exterminar al inmundo animal. "Déjenmelo a mi", dije. Me consideraba un experto en armar trampas. Cuando la prepare se la puse tan sensible como antes, como la primera vez. La deje toda la noche en una de las habitaciones de uno de mis hermanos donde supuestamente pasaría de todas maneras. Le puse carne sancochada. Estaba muy suculenta. Olía bien. Estaba cien por ciento seguro que caería.  Pero a la mañana siguiente  me avisaron  que no había caído. Supuse entonces que la rata no había pasado por ahí. La trampa estaba intacta. No se movió ni un milímetro. No habían tocado la carne para nada. Imagine entonces que era una rata vieja. Me di cuenta por su astucia. Solo aquellas ratas en el ocaso de su existencia pueden acumular tanta sabiduría y sagacidad. Aunque también es innato de ellas la inteligencia por naturaleza.  La situación estuvo así por tres días seguidos. La rata no caía y se apoderaba de mi la angustia. Había probado en darle diferentes carnes. Estaba el pollo sancochado, el pollo crudo; la carne cocinada con especias y la cruda también, y el pescado sancochado.

Una noche la escuchamos buscando comida en la basura. Mama nos alerto. Nos levantamos, encendimos las luces y procedimos a capturarla. Éramos tres los encargados en hacerlo. Mama cogió una escoba, papa otra y yo un rastrillo. Tal vez hubiera cogido otra escoba pero no había en ese momento. Cuando la vimos empezó a chillar y a erizar los pelos. Retrocedía para tomar impulso y atacarnos seguramente. Era una rata gigante. Tenia una panza muy pronunciada y unos grandes ojos saltones que ya se le salían de las orbitas. Daba repugnancia con solo verla. Mis padres querían pisarla con las escobas pero eso no era posible. De esa manera querían retenerla, tal vez pisándole la cabeza o el cuerpo, pero la rata se escabullía y en una de esas se metió a su cuarto. Una vez allí nos metimos con ella y cerramos la puerta del dormitorio para que no se nos escapara. Otra vez empezamos a arrearla para sacarla a la luz porque se escondía en los rincones. En una de esas se dejo ver saliendo a campo abierto y la rematamos con los escobazos y yo como dando el puntillazo final le aplaste la cabeza repetidas veces con el rastrillo hasta dejarle ensangrentada y desecha. Luego la metimos en una bolsa y la botamos en la avenida donde la gente arroja su basura. La rata estaba bien muerta y ya no resucitaría mas.

La rata había venido de la casa de la vecina. Estaba seguro de eso porque la vieja vivía en una casa de adobe y barro. Aparte de eso, criaba patos, pollos y cuyes ,y casi nunca limpiaba el corral. En conclusión su casa era una huaca. En casa mama compro un tacho de plástico con tapa para meter ahí la basura. Ahora ya no escaparían los malos olores y ya no vendrían las ratas. Quedamos todos satisfechos al final.

Paso una semana desde aquel suceso de la rata y todos la pasamos bien y estábamos muy seguros de que no entraría otra. Respirábamos el aire de la paz y la tranquilidad. Ahora la demás ratas tenían que cuidarse de entrar a la casa sino también terminaría como una de sus amigas. Nos habíamos convertido en los exterminadores de ratas. Tanto es así que las extraño. Si vuelvo a ver una dentro de mi casa, no dudare en exterminarla.

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