Era un domingo y estaban a punto de ser las 23:30 pm cuando me agarro un
terrible sueño. Apague la laptop y me eche a dormir. Cuando dieron las 00:05 de
la madrugada ya estaba completamente dormido. Pero justo en ese momento sentí
que algo caminaba por mis brazos y mi rostro. Luego sentí muchos mordisqueos
como de hormiga negra gigante de áfrica, como las que aparecen por el jardín de
la casa con unas pinzas entre los dientes. Me sentí tan molesto que me desperté
inmediatamente. Encendí la linterna y avisté muchas cucarachas alrededor de mi
pecho y brazo izquierdo que corrían hacia el suelo para refugiarse de la luz.
Me sacudí de los asquerosos insectos y empecé a pisotearlos en el piso hasta
hacerlos pasta. La mitad de ellos huyeron no se adonde, pero quede un poco
satisfecho con mi actitud.
El día anterior al suceso me encontraba escuchando música mientras
limpiaba el piso de la cocina. Teníamos un radio en la casa, uno pequeño y de
segunda mano. No era un radio de buena marca, así que al rato empezó a fallar.
Conocía a un buen técnico en el centro de la ciudad que sabía que a la radio la
iba a dejar como nueva. Entonces avise a todos en casa que el radio estaría en
mi habitación por mientras.
En la cocina siempre aparecen cucarachas hambrientas que devoran todos
los restos de comida por la noche cuando no hay presencia de humanos y cuando
están todas las luces apagadas. Mama se levanta siempre a las 2:00 am de la
madrugada y las mata.
Cuando narre en casa lo sucedido en mi habitación aquella noche, nadie
podía creer que las cucarachas de la cocina habían subido como hormigas al
segundo piso para molestarme. "limpia tu cuarto, cochino", me
dijeron, "seguramente esa ropa y esa cama apestan", "Ese piso
debe estar lleno de escupitajos". Al rato me puse a limpiar toda mi
habitación y quedé satisfecho por mi trabajo. Llego la noche y entonces me fui
a dormir. Me sentía muy tranquilo y relajado. Estaba en paz. Cuando dieron las
00:12 de la madrugada estaba tirado como un muerto. De pronto empecé a tener la
sensación de aquellas hormigas gigantes africanas de las que ya he hablado y me
desperté de golpe con el corazón latiéndome como el pistón de una locomotora a
500 km/hora. Cogí rápido la lámpara, la encendí y observé por lo menos unos
cien de esos asquerosos insectos otra vez como la vez pasada que bajaban de mi
brazo y cabeza hacia el suelo huyendo de la luz. Cogí la sandalia y empecé a
matarlas en el piso más rápido que la primera vez para acabar con la mayoría de
ellas. En casa insistían en que debía almorzar abajo en el primer piso porque
las cucarachas vienen por los restos de comida. Dando a entender que yo
arrojaba los restos de comida en el piso y que las cucarachas eran capaces
hasta de seguir el olor de la comida y subir hasta mi cuarto. No creí esa teoría
y no les hice caso.
Era martes en la mañana y en casa me llamaron la atención por la radio.
Me dijeron que cuando iba yo a mandar a arreglarla. "Queremos
escuchar las noticias y oír música", dijeron. Yo les respondí que hoy sería
el día en que iba a ver al técnico. Pero lo que más me preocupaba era el asunto
de las cucarachas. Uno ya no podía dormir ni vivir tranquilo. Además, no tenía
dinero para arreglar esa maldita radio. En mis oídos solo tenía grabado:
"Limpia bien ese cuarto", "Saca esa ropa sucia amontonada y
ponte a lavarla, por eso ese cuarto está lleno de cucarachas", "Ya
vas a ver que muy pronto se vienen las ratas si sigues así". Aquella tarde
me puse a lavar toda mi ropa sucia. Cuando llego la noche me puse a leer uno de
los cuentos de Poe: "la caja oblonga", hasta que lentamente me fui
quedando dormido. Pasadas un par de horas empezaron a salir las cucarachas,
"¿Pero de dónde salen?, ¡maldita sea!", me dije a mi mismo. Esta vez
mordisqueaban más duro que antes. Mi cuerpo y brazos amanecieron con puntos
rojos a causa de las picaduras. Me rascaba tanto que se me hicieron heridas en
el cuerpo.
Transcurrió una semana de puras molestias a causa de las cucarachas. En
casa nadie sabía de donde provenían. Era imposible que subieran desde la cocina
hasta mi habitación. Es más, Mama dijo que en la cocina ya no había cucarachas
porque ella se había encargado de exterminar a todas. Entonces supuse que
habían abandonado la cocina para pasarse a mi cuarto. Estaba fastidiado con
todo esto, pero la buena noticia es que había conseguido un empleo en el
mercado de la ciudad como vendedor de frutas en carretilla. Con el dinero
conseguido le caí de sorpresa al técnico y le recomendé una arregladita a la
vieja radio. Me dijo el técnico que no me preocupara y que quedaría como nueva.
Y que viniera el sábado en la mañana a recogerla. Quedé satisfecho y aquella
noche dormí tranquilo como un robusto bebe, sin ninguna preocupación ni molestias.
Llego el día sábado y fui a recogerla a la hora convenida. Cuando me acerque
al taller el viejo me dijo: "¿Podrías venir en la tardecita? He tenido
mucho trabajo hoy". "Esta bien. En la tarde me doy una vuelta por su
taller", y salí de aquel lugar. Ya no regrese en la tarde para no
perturbar el trabajo del anciano y avise a uno de sus ayudantes que vendría el
lunes en la mañana. Entonces transcurrió sábado, domingo y lunes. Aquellas tres
noches dormí muy tranquilo sin ninguna pensión de las cucarachas. Mama me
felicito por haber limpiado mi cuarto con éxito. Me pregunte si el detergente,
la lejía y el aromatizante habían hecho efecto sobre esos asquerosos insectos.
Ya no se advertía su presencia. Se habían largado para siempre. ¿Adónde se
habrán ido? No lo sabía ni me importaba.
Cuando llego el lunes recogí la radio por la mañana. "Esta como
para armar un tono", me dijo el viejo. Le pague al técnico por los
servicios prestados y me la lleve a casa. En casa estaban todos contentos. Se
pusieron a escuchar música todo el día. Para cuando llego la noche me la lleve
a mi cuarto para escuchar alguna salsa o balada y así pensar y recordar un
poco acerca de mis experiencias en la vida. Al rato, sin darme cuenta, me quede
dormido. Así estaba cuando empecé a tener pesadillas. En aquel sueño aparecí
rodeado de puras cucarachas, pero lo más raro es que lo sentía en carne propia.
Empecé a sentir picaduras de hormigas. Pero eran picaduras reales que me
hincaban como agujas. ¡"Maldita sea"!, no podía despertar, algo me
paralizaba. En la mañana alguien cogió el radio y se la llevo. Luego me entere
que la tiraron al piso por accidente. Me la lleve de inmediato donde el técnico
y se la encargue otra vez. Después del trabajo llegue a casa muy cansado. Solo
quería descansar y me eche a dormir. Esta vez ya no tuve pesadillas y pasé toda
la noche tranquilo.
Al día siguiente después del trabajo pase por el técnico para recoger la
radio. Cuando llegue, el técnico me dijo que si lo podía dejar un día más
porque estaba repleto de trabajo. Entonces regresé y no supe más de la radio.
Aquella noche la pase bien sin problemas ni nada. Sin pesadillas ni cucarachas
deambulando por la noche.
Al día siguiente me despertaron para decirme que un muchacho me venía a
buscar. Cuando abrí la puerta me percate que era uno de los ayudantes del
técnico que radio en mano me dijo que el viejo había amanecido repleto de
cucarachas por todo su cuerpo.