domingo, 28 de enero de 2024

La radio

Era un domingo y estaban a punto de ser las 23:30 pm cuando me agarro un terrible sueño. Apague la laptop y me eche a dormir. Cuando dieron las 00:05 de la madrugada ya estaba completamente dormido. Pero justo en ese momento sentí que algo caminaba por mis brazos y mi rostro. Luego sentí muchos mordisqueos como de hormiga negra gigante de áfrica, como las que aparecen por el jardín de la casa con unas pinzas entre los dientes. Me sentí tan molesto que me desperté inmediatamente. Encendí la linterna y avisté muchas cucarachas alrededor de mi pecho y brazo izquierdo que corrían hacia el suelo para refugiarse de la luz. Me sacudí de los asquerosos insectos y empecé a pisotearlos en el piso hasta hacerlos pasta. La mitad de ellos huyeron no se adonde, pero quede un poco satisfecho con mi actitud.

 

El día anterior al suceso me encontraba escuchando música mientras limpiaba el piso de la cocina. Teníamos un radio en la casa, uno pequeño y de segunda mano. No era un radio de buena marca, así que al rato empezó a fallar. Conocía a un buen técnico en el centro de la ciudad que sabía que a la radio la iba a dejar como nueva. Entonces avise a todos en casa que el radio estaría en mi habitación por mientras. 

 

En la cocina siempre aparecen cucarachas hambrientas que devoran todos los restos de comida por la noche cuando no hay presencia de humanos y cuando están todas las luces apagadas. Mama se levanta siempre a las 2:00 am de la madrugada y las mata.

 

Cuando narre en casa lo sucedido en mi habitación aquella noche, nadie podía creer que las cucarachas de la cocina habían subido como hormigas al segundo piso para molestarme. "limpia tu cuarto, cochino", me dijeron, "seguramente esa ropa y esa cama apestan", "Ese piso debe estar lleno de escupitajos". Al rato me puse a limpiar toda mi habitación y quedé satisfecho por mi trabajo. Llego la noche y entonces me fui a dormir. Me sentía muy tranquilo y relajado. Estaba en paz. Cuando dieron las 00:12 de la madrugada estaba tirado como un muerto. De pronto empecé a tener la sensación de aquellas hormigas gigantes africanas de las que ya he hablado y me desperté de golpe con el corazón latiéndome como el pistón de una locomotora a 500 km/hora. Cogí rápido la lámpara, la encendí y observé por lo menos unos cien de esos asquerosos insectos otra vez como la vez pasada que bajaban de mi brazo y cabeza hacia el suelo huyendo de la luz. Cogí la sandalia y empecé a matarlas en el piso más rápido que la primera vez para acabar con la mayoría de ellas. En casa insistían en que debía almorzar abajo en el primer piso porque las cucarachas vienen por los restos de comida. Dando a entender que yo arrojaba los restos de comida en el piso y que las cucarachas eran capaces hasta de seguir el olor de la comida y subir hasta mi cuarto. No creí esa teoría y no les hice caso.

 

Era martes en la mañana y en casa me llamaron la atención por la radio. Me dijeron que cuando iba yo a mandar a arreglarla. "Queremos escuchar las noticias y oír música", dijeron. Yo les respondí que hoy sería el día en que iba a ver al técnico. Pero lo que más me preocupaba era el asunto de las cucarachas. Uno ya no podía dormir ni vivir tranquilo. Además, no tenía dinero para arreglar esa maldita radio. En mis oídos solo tenía grabado: "Limpia bien ese cuarto", "Saca esa ropa sucia amontonada y ponte a lavarla, por eso ese cuarto está lleno de cucarachas", "Ya vas a ver que muy pronto se vienen las ratas si sigues así". Aquella tarde me puse a lavar toda mi ropa sucia. Cuando llego la noche me puse a leer uno de los cuentos de Poe: "la caja oblonga", hasta que lentamente me fui quedando dormido. Pasadas un par de horas empezaron a salir las cucarachas, "¿Pero de dónde salen?, ¡maldita sea!", me dije a mi mismo. Esta vez mordisqueaban más duro que antes. Mi cuerpo y brazos amanecieron con puntos rojos a causa de las picaduras. Me rascaba tanto que se me hicieron heridas en el cuerpo.

 

Transcurrió una semana de puras molestias a causa de las cucarachas. En casa nadie sabía de donde provenían. Era imposible que subieran desde la cocina hasta mi habitación. Es más, Mama dijo que en la cocina ya no había cucarachas porque ella se había encargado de exterminar a todas. Entonces supuse que habían abandonado la cocina para pasarse a mi cuarto. Estaba fastidiado con todo esto, pero la buena noticia es que había conseguido un empleo en el mercado de la ciudad como vendedor de frutas en carretilla. Con el dinero conseguido le caí de sorpresa al técnico y le recomendé una arregladita a la vieja radio. Me dijo el técnico que no me preocupara y que quedaría como nueva. Y que viniera el sábado en la mañana a recogerla. Quedé satisfecho y aquella noche dormí tranquilo como un robusto bebe, sin ninguna preocupación ni molestias.

Llego el día sábado y fui a recogerla a la hora convenida. Cuando me acerque al taller el viejo me dijo: "¿Podrías venir en la tardecita? He tenido mucho trabajo hoy". "Esta bien. En la tarde me doy una vuelta por su taller", y salí de aquel lugar. Ya no regrese en la tarde para no perturbar el trabajo del anciano y avise a uno de sus ayudantes que vendría el lunes en la mañana. Entonces transcurrió sábado, domingo y lunes. Aquellas tres noches dormí muy tranquilo sin ninguna pensión de las cucarachas. Mama me felicito por haber limpiado mi cuarto con éxito. Me pregunte si el detergente, la lejía y el aromatizante habían hecho efecto sobre esos asquerosos insectos. Ya no se advertía su presencia. Se habían largado para siempre. ¿Adónde se habrán ido? No lo sabía ni me importaba.

 

Cuando llego el lunes recogí la radio por la mañana. "Esta como para armar un tono", me dijo el viejo. Le pague al técnico por los servicios prestados y me la lleve a casa. En casa estaban todos contentos. Se pusieron a escuchar música todo el día. Para cuando llego la noche me la lleve a mi cuarto para escuchar alguna salsa o balada y así pensar y recordar un poco acerca de mis experiencias en la vida. Al rato, sin darme cuenta, me quede dormido. Así estaba cuando empecé a tener pesadillas. En aquel sueño aparecí rodeado de puras cucarachas, pero lo más raro es que lo sentía en carne propia. Empecé a sentir picaduras de hormigas. Pero eran picaduras reales que me hincaban como agujas. ¡"Maldita sea"!, no podía despertar, algo me paralizaba. En la mañana alguien cogió el radio y se la llevo. Luego me entere que la tiraron al piso por accidente. Me la lleve de inmediato donde el técnico y se la encargue otra vez. Después del trabajo llegue a casa muy cansado. Solo quería descansar y me eche a dormir. Esta vez ya no tuve pesadillas y pasé toda la noche tranquilo.

 

Al día siguiente después del trabajo pase por el técnico para recoger la radio. Cuando llegue, el técnico me dijo que si lo podía dejar un día más porque estaba repleto de trabajo. Entonces regresé y no supe más de la radio. Aquella noche la pase bien sin problemas ni nada. Sin pesadillas ni cucarachas deambulando por la noche. 

 

Al día siguiente me despertaron para decirme que un muchacho me venía a buscar. Cuando abrí la puerta me percate que era uno de los ayudantes del técnico que radio en mano me dijo que el viejo había amanecido repleto de cucarachas por todo su cuerpo.

 





















domingo, 21 de enero de 2024

La rata

 Estábamos todos dormidos cuando de pronto escuchamos un ruido en la bolsa de la basura. No teníamos un tacho en ese momento por eso solo acumulábamos los desechos en una bolsa plástica de mercado. Como siempre dejábamos restos de comida era muy probable que vinieran las ratas. No habíamos vista una en años y por eso nos sorprendió su aparición. Me acuerdo muy bien de la ultima rata. Aquel roedor murió por la trampa que le puse. Se la puse muy sensible al tacto. Tanto así que se activaba hasta por un leve suspiro. Cuando cayo corrí a encender la luz del pequeño cuarto debajo de la escalera. La encontré agonizando y pataleando sin cesar, mostrando esos grandes ojos saltones de un color negro azabache. Cogí un machete y le chanque la cabeza y cuello con el filo del mismo repetidas veces hasta que dejo de moverse. 

En esta ocasión entre mi familia y yo acordamos en que yo me encargaría otra vez de exterminar al inmundo animal. "Déjenmelo a mi", dije. Me consideraba un experto en armar trampas. Cuando la prepare se la puse tan sensible como antes, como la primera vez. La deje toda la noche en una de las habitaciones de uno de mis hermanos donde supuestamente pasaría de todas maneras. Le puse carne sancochada. Estaba muy suculenta. Olía bien. Estaba cien por ciento seguro que caería.  Pero a la mañana siguiente  me avisaron  que no había caído. Supuse entonces que la rata no había pasado por ahí. La trampa estaba intacta. No se movió ni un milímetro. No habían tocado la carne para nada. Imagine entonces que era una rata vieja. Me di cuenta por su astucia. Solo aquellas ratas en el ocaso de su existencia pueden acumular tanta sabiduría y sagacidad. Aunque también es innato de ellas la inteligencia por naturaleza.  La situación estuvo así por tres días seguidos. La rata no caía y se apoderaba de mi la angustia. Había probado en darle diferentes carnes. Estaba el pollo sancochado, el pollo crudo; la carne cocinada con especias y la cruda también, y el pescado sancochado.

Una noche la escuchamos buscando comida en la basura. Mama nos alerto. Nos levantamos, encendimos las luces y procedimos a capturarla. Éramos tres los encargados en hacerlo. Mama cogió una escoba, papa otra y yo un rastrillo. Tal vez hubiera cogido otra escoba pero no había en ese momento. Cuando la vimos empezó a chillar y a erizar los pelos. Retrocedía para tomar impulso y atacarnos seguramente. Era una rata gigante. Tenia una panza muy pronunciada y unos grandes ojos saltones que ya se le salían de las orbitas. Daba repugnancia con solo verla. Mis padres querían pisarla con las escobas pero eso no era posible. De esa manera querían retenerla, tal vez pisándole la cabeza o el cuerpo, pero la rata se escabullía y en una de esas se metió a su cuarto. Una vez allí nos metimos con ella y cerramos la puerta del dormitorio para que no se nos escapara. Otra vez empezamos a arrearla para sacarla a la luz porque se escondía en los rincones. En una de esas se dejo ver saliendo a campo abierto y la rematamos con los escobazos y yo como dando el puntillazo final le aplaste la cabeza repetidas veces con el rastrillo hasta dejarle ensangrentada y desecha. Luego la metimos en una bolsa y la botamos en la avenida donde la gente arroja su basura. La rata estaba bien muerta y ya no resucitaría mas.

La rata había venido de la casa de la vecina. Estaba seguro de eso porque la vieja vivía en una casa de adobe y barro. Aparte de eso, criaba patos, pollos y cuyes ,y casi nunca limpiaba el corral. En conclusión su casa era una huaca. En casa mama compro un tacho de plástico con tapa para meter ahí la basura. Ahora ya no escaparían los malos olores y ya no vendrían las ratas. Quedamos todos satisfechos al final.

Paso una semana desde aquel suceso de la rata y todos la pasamos bien y estábamos muy seguros de que no entraría otra. Respirábamos el aire de la paz y la tranquilidad. Ahora la demás ratas tenían que cuidarse de entrar a la casa sino también terminaría como una de sus amigas. Nos habíamos convertido en los exterminadores de ratas. Tanto es así que las extraño. Si vuelvo a ver una dentro de mi casa, no dudare en exterminarla.

jueves, 11 de enero de 2024

La Pandemia de la trampa

 Mi primer torneo de ajedrez se realizo en la ciudad de Nueva esperanza. El local donde se realizaría el evento era muy amplio. Los participantes eran alrededor de ochenta jugadores. Me toco la mesa numero diez cuando me llamaron y me ubique muy cómodamente esperando a mi oponente. En aquel momento apenas sabia mover las piezas. Yo hubiera calculado que tenia unos mil de rating FIDE. Llamaron al sujeto con el que yo iba a jugar y a los quince minutos después de ordenar y llamar a todos por una lista empezamos a jugar. Yo iba con las piezas negras. Mi partida comenzó con: 1. e4, e5 2. Cf3, Cc6 3. Ac4, h6 4. Cc3, Ac5 5. d3, d6 6. Ae3, Axe3 7. fx3, Cf6 8. 0-0, 0-0 9. Cd5, Cxd5 10. Axd5, Cb4 11. Ab3,a5 12. a3, Cc6 13. d4, exd4 14. cxd4, cxd4 15. exd4, Te8 16. Axf7, Rh8 17. Axe8, Dxe8 18. Df3, b6 19. Df7, Dc6 20. Dg6, Ab7 21. Tf7, Tg8 22. c3, Dc4 23. Taf1, Dd3 24. Txg7, Txg7 25 Tf8+, Tg8 26. Dxg8#

Era evidente que yo era un principiante y lo que mas me gustaba aprender eran las aperturas: "Siciliana", "Gambito de rey", "Caro kan", "India de rey", etc. Quería ganar a toda costa pero mi nivel no me lo permitía. En la segunda ronda otra vez iba con las piezas negras. Mi juego comenzó asi: 1. e4, d5 2. Cf3, e6 3. Ce5, Ad6 4. d4, Axe5 5. dxe5, Ce7 6. exd5, Cxd5 7. Ac4, 0-0 8. 0-0, a6 9. Dh5, b5 10. Ad3, g6 11. Dh6, Cc6 12. Ag5, De8 13. Af6, Cf6 14. exf6, Ce7 15.Dg7#

En esta ultima partida también volví a perder. Mientras reflexionaba un poco acerca de la derrota y de la fuerza de mi rival, observe que en una de las mesas del fondo discutían dos personas. Era el jugador Roston contra Máximo. Roston que había jugado con las piezas negras acusaba a Máximo de hacer trampa. Para lo cual los jueces analizaron la partida que comenzó con: 1. d4, d6 2. c4, c6 3. Cf3, Cf6 4. Cc3, Ag4 5. g3, Dc7 6. Ag2, Cbd7 7. 0-0, 0-0 8. d5, c5 9. a3, h6 10. b4, Rb8 11. Cd2, e5 12. dxe6, fxe6 13. Cb5, Dc8 14. bxc5, Cxc5 15. Cb3, Ae7 16. Cxc5, dxc5 17. Af4, Ra8 18. Da4, a6 19. Dxa6#

Uno de los jueces, llamado Prospero el mas alto con barba y bigote dijo: "Definitivamente aquí no hay trampa", y el otro juez, llamado Agustín, calvo y de baja estatura, acoto: "Ciertamente, no hay trampa". Pero Roston insistía en que le habían jugado sucio y acto seguido se marcho del certamen diciendo: "Jamás participare de un torneo como este en el que los jueces son cómplices de la corrupción y de las trampas de sus jugadores favoritos como los de este sujeto llamado máximo euzquide".

Luego de pasado el hecho todos los participantes seguimos jugando de manera normal hasta que culminada la tercera ronda volvió a ver un altercado entre nada menos que el mismísimo maximo y un jugador llamado Jentille. Este ultimo denuncio ante el juez que maximo le estaba haciendo trampa. Cuando ambos jueces se apersonaron para analizar encontraron lo que sigue: 1.c3, c5 2. d3, Cc6 3.e4, d5 4. Cf3, dxe4 5. dxe4, Dxd1 6. Rxd1, Ag4 7. Rc2, Axf3 8. gxf3, 0-0-0 9. Ae3, b6 10.Tg1, Ce5 11. Cd2, Cf6 12. a4, a6 13. a5, Rb7 14. axb6, axb6 15. Aa6+, Rc7 16. Ab5, Ad6 17. Ta7+, Rb8 18. Tga1, Rc8 19. f4, Ced7 20. e5, Ab8 21. Aa6#

"Pues aquí no hay trampa", mencionaron los jueces al unísono. "Es una partida legítimamente limpia", agrego prospero. A los pocos minutos de haber culminado con el análisis se armo un bullicio en el salón  y todos se acusaban entre si de haber hecho trampa. "¿Que paso aquí?, pareciera que todos se han contagiado con lo mismo como en una pandemia!!!!!" grito el juez Agustín. "Vamos, vamos, calma, tranquilícense todos, vuelvan a sus asientos", ordeno el juez prospero. Y ambos jueces iban apersonándose a cada mesa para analizar partida tras partida de los diferentes participantes. 

Cuando terminaron la inspección ambos caballeros sentenciaron: "Aquí hasta ahora no hemos encontrado ninguna señal de trampas, así que por favor cálmense que el torneo se reanudara en unos minutos".

Todos nos miramos entre nosotros y no lo podíamos creer. No había ningún culpable. No podía ser verdad. Estábamos disconformes. Uno de los participantes se retiro del certamen y después  todos lo seguimos. Uno a uno iban marchándose del salón hasta quedarse vacío. El único que se quedo fue máximo que había hecho tres puntos de tres.

A los jueces no les quedo de otra que premiar a Máximo, lo cual hizo levantar mas nuestras sospechas acerca del favoritismo que tenían a favor de el.

Al salir este ultimo, el tumulto se le acerco preguntándole: "Se sincero, hermano ¿Hiciste trampa o no?"

-No, no. Claro que no.

-A mi me pareció que me ganaste limpiamente.

-Ahora que lo pienso. A mi me pareció lo mismo. Eres un jugador fuerte.

-Lo ven, muchachos. Ahí están las pruebas. Las pruebas de estos caballeros hablan por si solas.

Todos los presentes asintieron con la cabeza reconociendo su error. Luego todos se pusieron a conversar entre ellos reconociendo unos que habían perdido bien y otros admirando la fuerza de los vencidos. Todos nos dimos cuenta que habíamos caído en la pandemia de la trampa. A los pocos minutos la turba allí reunida fueron dispersándose hasta que no quedo ninguno. Yo por mi parte prometí prepararme bien para mi próximo torneo porque no quería quedar entre los últimos. 



SODEDAT ROCLE

Lo conocí un domingo. Aquel día se realizaba un torneo de pesca en el muelle de Pimentel en el departamento de Lambayeque, y el premio era...