sábado, 24 de agosto de 2024

La cosa maldita

 

  

 

 

 

Una mañana me encontraba pescando en el muelle de Pimentel cuando de pronto un meteorito cayó en la refinería "Inglasac" de donde extraían el petróleo los ingleses que habían hecho un contrato por treinta años con el estado peruano. Todos en el muelle nos alarmamos y queríamos retirarnos a nuestras casas ya que las explosiones se hacían consecutivas y podrían alcanzarnos aquellos residuos de petróleo y el fuego infernal que cada vez adquiría dimensiones enormes. 

 

Cuando estábamos a punto de marcharnos, escuché un grito desgarrador de mujer que me heló hasta la médula de los huesos. Los veraneantes que estaban ahí presentes corrieron para ver lo que estaba ocurriendo. Cuando llegaron al lugar del hecho, soltaron gritos de desesperación, impotencia y terror. Me acerqué para confirmar lo que había sucedido y me impactó tanto que miré hacia otro lado para no enfermarme y traumarme con el horror de tan salvaje crimen que tenía ante mí.  


- ¡Oh, no! ¡No puede ser! ¡Qué es esto, por dios! ¿Quién hizo esto? ¿Quién cometió este acto tan horrendo, salvaje y criminal? Debe ser un monstruo, me dije.  


Hay que llamar a la policía inmediatamente – pronunció un señor calvo con bigotes que se llamaba José. Tenía un cuerpo atlético y mucho bello en los brazos y en el pecho. 

 

- Si, ya viene en camino – dijo un joven llamado juan. Era alto, blanco, flacucho y de pelo largo casi rubio.  


- Gracias, hijo. Por favor no se acerquen mucho. No hay que…  


- ¡Ahhhhhhh…! 

 

Se escuchó otro grito aterrador del otro lado del cual todos habíamos venido. Era un grito de hombre. Todos corrimos a ver lo que había pasado cuando de pronto a los dos o tres segundos después de ese último, se oyó un tercer grito. Luego otro y después otro. Las personas en aquel muelle iban desapareciendo uno a uno y solo dejaban rastros de sangre, huesos y trozos de carne en el piso. No sabíamos que hacer ante aquel ente o monstruo que se comía a las personas. Nos reunimos los que quedábamos. Hicimos un círculo en medio del muelle. Esperábamos muy alertas a lo que ocurriese. No podíamos salir de ahí. Teníamos que estar juntos.  


¡Ayuda! ¡ayuda! ¡por favor!gritábamos todos. 

 

Pensábamos que solo así nos escucharían las personas que estaban en la orilla de la playa.  


¡Ahhhhh…! – grito el señor José.

 

Aquel monstruo desconocido se lo había llevado. Todos empezamos a desesperarnos. Ni la policía ni nadie venia en nuestro auxilio. Después de cinco minutos solo quedábamos tres personas en el muelle. ¡Por dios santo! No sabíamos que hacer. Aquella cosa maldita nos estaba comiendo vivos. Uno de nosotros se trastorno y se lanzó al agua. El otro sujeto lo imitó e hizo lo mismo y me quedé ahí solo. El terror me invadía y empezaba a perder el conocimiento. Comencé a expulsar espuma por la boca. Regurgitaba la comida y vomité todo lo que había consumido hasta esa hora. No pude soportar estar parado. Me tambaleé y caí al suelo. No tenía fuerzas para levantarme. Cinco segundos antes de que mi vista se nublara por completo para quedar en la oscuridad total, apareció una mancha oscura y gelatinosa como petroleó y con una voz áspera y profunda que pronunció las siguientes palabras: 'sut hjy bkuy lhuy ot fetlij kegyt' 

 

Cuando terminó de emitir aquel mensaje, perdí todo el conocimiento y nunca más volví a despertar.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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