En la Ciudad de lima, la ciudad de los reyes,
apareció un jugador llamado Fisher (desconozco sus demás apellidos, solo sé que
se llamaba Fisher). Iba a jugar el XIII torneo de ajedrez rápido (10+5 minutos
de incremento), organizado por uno de los distritos de la capital solo para
jugadores de club. Llegaron participantes de los conos, del Rímac, del Callao,
del mismo centro de Lima. El premio era de tres mil quinientos soles.
Fisher era alto y flaco. De piel muy blanca (pálida).
Siempre vestía bien para la ocasión. Usaba un traje negro (un terno) muy bien
entallado. Su cara era un poco larga. Su mirada era despectiva y su postura desafiante.
Una vez se le escuchó decir que le gustaba ver destruir el ego de sus enemigos.
Apareció en el torneo un tanto agitado y
sudando por su frente y cuello por la carrera de llegar a tiempo. Sacó un poco
de papel higiénico que llevaba en su bolsillo trasero del pantalón y se puso a
secarse el sudor. Nadie lo recibió. Nadie lo saludó. Inmediatamente se interpuso
entre el medio de la gente. Empezó a mirar a todos lados. Cuando divisó al
organizador del evento, el señor Frank Benítez, le encontró contando parte del
dinero de los tres mil quinientos soles del premio para el ganador del torneo. A
Fisher le brillaron los ojos en ese momento. Había malicia en ellos. Luego apareció
una sonrisa maquiavélica entre sus labios. Estuvo así un buen rato hasta que
avistó de una ojeada al juez del torneo, el señor Paul Quispe. Se le acercó ya
que era el más viejo entre la multitud. Le preguntó dónde se hacían las
inscripciones. El juez Quispe, un señor que bordeaba casi los setenta años,
gordo y de cabeza calva, le señaló a dos jóvenes que se sentaban al fondo del salón.
Cuando lo atendieron, Fisher dio sus nombres completos. Firmó y fue a pararse
otra vez entre el medio de la gente. Siempre sólo. Quizás no conocía a nadie. O en realidad nadie le conocía a el. O tal vez
no quería relacionarse con nadie en aquel momento. Fisher había sido el último
en inscribirse.
El juez Paul Quispe pegó varios papeles en la
pared del salón con muchos nombres. La ronda uno iba a empezar y a cada jugador
se le fue indicando el lugar de su respectiva mesa. A Fisher le tocó jugar con
las piezas negras. Su rival era Ezequías Timoteo. Fisher jugó la apertura
siciliana (variante del peón envenenado) la partida fue como sigue:
1. e4 c5 2. Nf3 d6 3. d4 cxd4 4. Nxd4 Nf6 5.
Nc3 a6 6. Bg5 e6 7. f4 Qb6 8. Qd2 Qxb2 9. Rb1 Qa3 10. e5 h6 11. Bh4 dxe5 12.
fxe5 g5 13. exf6 gxh4 14. Be2 Qc5 15. Na4 Qc7 16. Nb6 Ra7 17. O-O Nc6 18. Rfd1
Bc5 19. Nxc8 Bxd4+ 20. Kh1 Qxc8 21. c3 Bxf6 22. Rf1 Qd8 23. Qf4 b5 24. Qxf6
Qxf6 25. Rxf6 Ke7 26. Rbf1 Ne5 27. Bh5 Rf8 28. Rxh6 Rc7 29. Rc1 Rfc8 30. Be2
Rxc3 31. Rxc3 Rxc3 32. h3 Rc2 33. Bg4 Nxg4 34. hxg4 Rxa2 35. Rxh4 b4 36. g5 b3
37. Rb4 b2 38. Kh2 a5 39. Rb7+ Kf8 40. Kg3 a4 41. Kf4 a3 42. Ke5 Ra1 43. g6
b1=Q 0-1
Fisher en todo momento del juego
mostró una mirada fría. En realidad, en plena partida, no tenía ningún
sentimiento por nadie. Apenas asomo una hipócrita sonrisa en la jugada 18. Tfd1,
… que realizó su contendor. Había calculado en ese preciso momento que ya tenia
la partida ganada. Recordó por unos momentos las dos únicas clases básicas de
ajedrez que tuvo en el colegio cuando era niño con el profesor carlitos Granda y
facundo Pacheco. Sus dos grandes maestros como así los recordaba.
Estrechó la mano de su rival de manera
protocolar y se levantó de su silla. Se metió las manos en los bolsillos y se fue
a mirar el resto de partidas de los demás jugadores. Se paseó por todo el
pasadizo del salón. Iba y venía. Observaba una de aquellas partidas (la que estaba
más interesante). Concentró su mirada en uno de aquellos tableros por unos
instantes. Luego miró hacia arriba (hacia el techo del salón), siempre con la
cabeza de costado, tal como lo hacen los grandes maestros cuando van a calcular
el siguiente movimiento. Tal vez Fisher se comparaba con alguno de ellos. Aunque
casi siempre los imitaba. Creía que solo así (empezando por imitarlos) podía convertirse
algún día en uno de ellos.
En aquel torneo había varios jugadores
favoritos para llevarse el premio. Entre
ellos estaba Santino De la plata, Hakiro Nashimura y Jorge Cordobés.
Luego de terminada la primera ronda, hubo un
tiempo de receso. Fisher salió fuera del salón. Empezó a caminar en círculos a
paso lento. La ansiedad de ganar lo mantenía muy tenso. Solo pensaba en ganar. No
podía darse el lujo de perder si quería llevarse el premio. Un empate le podía servir,
pero solo contra un rival directo para no arriesgar.
Luego de un rato aparecieron los tres
favoritos. Se detuvieron a cuatro metros de Fisher. Conversaban solo entre ellos. Se reían. Fisher
se aparto de ellos y se sentó en una de las gradas de la escalera. Siempre
sólo. Afuera había salido un sol muy fuerte y al levantar un poco la mirada hacia
el cielo, el resplandor del sol le provocó un estornudo, seguido de otro y
después un tercero. Se paso el dedo por la nariz, se levantó y luego dio unos
pasos. Siempre con las manos en los bolsillos. Estaba esperando que
transcurriera el tiempo para el comienzo de la siguiente ronda.
El sabía perfectamente que al principio le
tocaría jugadores más accesibles para ganar. Lo tenía todo calculado. Debía
aprovechar y deshacerse de ellos con facilidad. En el primer día sacaría puntaje
perfecto las primeras cinco partidas. Al día siguiente muy temprano a eso de
las 7:30 (en realidad empezaría a las 8:00) de la mañana se jugarían las seis
últimas partidas restantes.
Mientras tanto, en el torneo, ya habían
transcurrido cuatro rondas. Nos encontrábamos en la quinta. En una de las
primeras mesas del salón estaba Fisher. Ahora mostraba mas seguridad en si
mismo. Tenía mayor confianza. Lideraba el
torneo momentáneamente. Fisher jugaba con las piezas negras. Su rival era
Napoleón huitoto. La partida se jugó de la siguiente manera:
1. e4 c5 2. Nf3 d6 3. d4 cxd4
4. Nxd4 Nf6 5. Nc3 a6 6. Bg5 e6 7. f4 Qb6 8. Qd2 Qxb2 9. Rb1 Qa3 10. Bxf6 gxf6
11. f5 Nc6 12. Bc4 Qc5 13. Nxc6 bxc6 14. Bb3 h5 15. Na4 Qe5 16. O-O Bh6 17. Qe2
h4 18. Kh1 Rb8 19. fxe6 Bxe6 20. Bxe6 Rxb1 21. Bxf7+ Kxf7 22. Rxb1 Rg8 23. Rb7+
Kg6 24. Qg4+ Qg5 25. Qxg5+ Kxg5 26. h3 Kf4 27. Rb6 Kxe4 28. Rxc6 Rb8 29. Nc3+
Ke3 30. Rxd6 Bf4 31. Rxf6 Be5 32. Re6 Kd4 33. Ne2+ Ke4 34. Nc3+ Kf4 35. Nd5+
Ke4 36. Nc3+ Kf5 37. Rxe5+ Kxe5 38. Kh2 Kd4 39. Ne2+ Ke3 40. Ng1 Rb2 41. Nf3
Rxc2 42. Nxh4 Rxa2 43. Nf5+ Kf4 44. Nd6 a5 45. h4 a4 46. h5 Rd2 47. Nc4 Rd5 48.
g3+ Kf3 49. g4 Rc5 50. Nd2+ Kxg4 51. h6 Rh5+ 52. Kg2 Rxh6 53. Kf2 Re6 54. Nc4
Kf4 55. Na3 Re3 56. Nb5 Re4 57. Nc3 Rc4 58. Na2 Rc2+ 59. Ke1 Rxa2 0-1
Al día siguiente muy
temprano por la mañana, Fisher se levantó muy agitado y con la cabeza muy
pesada. Un sujeto cubierto la cabeza con un casco negro montado en una moto
lineal vino a verlo. Intercambiaron unas palabras y Fisher se subió detrás de el
rápidamente. Cuando regresaron quedaron de acuerdo ambos que reanudarían su
actividad pasadas las 3:00 de la tarde. El otro sujeto recibió el objeto que
tenía Fisher en la mano y se marchó. Fisher se quedó sentado al filo de la cama.
Volvió a concentrarse de lleno en el torneo. Se veía a si mismo con el dinero del premio entre
sus manos. Repetía en su mente “tengo que llevarme el dinero”, y lo expresaba
con mucha firmeza y seguridad. Las pocas personas que lo conocían sabían que
sufría de ansiedad crónica (y a veces hasta le daban ataques de pánico y luego se
desmayaba).
En la octava ronda le toco
enfrentarse contra Hakiro nashimura (Fisher jugaba con las piezas blancas):
1. e4 c5 2. Nf3 d6 3. d4 cxd4 4. Nxd4 Nf6 5. Nc3 a6 6.
Bg5 e6 7. f4 Qb6 8. Qd2 Qxb2 9. Rb1 Qa3 10. e5 h6 11. Bh4 dxe5 12. fxe5 Nd5 13.
Nxd5 exd5 14. e6 Bxe6 15. Nxe6 fxe6 16. Bd3 Be7 17. Bg6+ Kd8 18. Bxe7+ Qxe7 19.
O-O Nc6 20. Rf7 Qc5+ 21. Kh1 Ne5 22. Rxg7 Nxg6 23. Rxg6 Rc8 24. Rxe6 Rc6 25.
Re5 Qxc2 26. Qxd5+ Kc8 27. Ree1 Rd8 28. Qf7 Rc7 29. Qe6+ Kb8 30. Qxa6 Rg7 31.
Qe2 Qxe2 32. Rxe2 Rd6 33. g3 Ra6 34. Kg2 h5 35. Kh3 h4 36. g4 Ra4 37. Rg1 Rh7
38. Rb1 Rc4 39. Rb3 Kc7 40. Reb2 Kc6 41. Rb6+ Kd5 42. Rxb7 Rc3+ 43. Kg2 h3+ 44.
Kf2 Rxb7 45. Rxb7 Ke4 46. Rb4+ Ke5 47. Ra4 Rd3 48. Rc4 Ra3 49. Rc2 Kf4 50. Rc4+
Kg5 51. Rb4 Rxa2+ 52. Kg3 Ra3+ 53. Kf2 Rc3 54. Re4 Kh4 55. Re3 Rc2+ 56. Re2
Rxe2+ 57. Kxe2 Kxg4 58. Ke3 Kh5 1/2-1/2
Ambos quedarían después de aquel
juego con 7.5 puntos y medio. En la jugada 19. …, Cc6 del negro, el creyó que
debía jugar después 20. De3, … y no 20. Tf7 como lo hizo en el tablero. Pensó
por unos instantes que ahí debía tener una ligera ventaja. En el receso,
después de la partida, Fisher salió a tomar un poco de aire. Empezó a caminar
rápido, luego aminoro el paso. Se apoyó con su mano en la pared mientras
caminaba. Sentía que se ahogaba. No quería ni pensar por unos instantes en la
derrota. El siempre se decía a si mismo que no creía en la psicología sino en
las buenas jugadas. Pero después de aquella partida creyó que el torneo se le
escapaba de las manos. Ahora era Santino De la plata quien lideraba el torneo. Empezó
a sudar. Sentía que se le bajaba la presión. Entonces se acordó que tenía que respirar
lentamente pero profundo. Alguien lo miro y dio aviso al juez del torneo. Este
fue a verlo, le tocó el hombro y le pregunto si se sentía bien, pero Fisher se
sacudió de su mano violentamente y le respondió que lo dejara solo. El juez le
preguntó tranquilamente de dónde era y alguien que pasaba por ahí, que había
escuchado la conversación, le dijo que una vez iba sentado en un taxi y vio a
Fisher por el callao corriendo a toda prisa con un celular en la mano para luego
montarse detrás de un sujeto en una moto lineal para huir con rumbo
desconocido, pero que no sabía exactamente si vivía en la zona o solo pasaba de
casualidad por ahí.
En la hoja de papel pegada
en la pared figuraban en toda una lista de nombres, tres jugadores que
lideraban. Con 8.5 puntos estaban Santino De la plata y Fisher, con 7 puntos Jorge
cordobés. Se iba a jugar la última ronda y el organizador del evento, el señor
Frank Benítez estaba parado enfrente de todos pronunciando unas palabras y deseando
suerte a todos los presentes.
A Fisher le toco enfrentarse
a Jorge Cordobés en la ronda 11. Ambos se dieron las manos y comenzaron con la
partida. Fisher jugaba con las piezas negras. La partida comenzó con:
1. e4 c5 2. Nf3 d6 3. d4
cxd4 4. Nxd4 Nf6 5. Nc3 a6 6. Bg5 e6 7. f4 Qb6 8. Nb3 Be7 9. e5 h6
Fisher dudo en hacer esta
última jugada. La ansiedad le estaba jugando una mala pasada. En su mente solo se veía llevándose el
premio. Empezó a culparse y a renegar contra sí mismo. Se levantó por un
momento de su silla y fue a ver la partida de Santino de la plata que jugaba
contra Anthony Del boca. La partida comenzó con:
1. e4 c5 2. Nf3 d6 3. d4
cxd4 4. Nxd4 Nf6 5. Nc3 a6 6. Bg5 e6 7. f4 Qb6 8. Qd2 Qxb2 9. Rb1 Qa3 10. e5
Nfd7 11. Bc4 dxe5 12. fxe5 Qa5 13. O-O Nxe5 14. Bd5, …
Fisher regreso a su silla
para seguir jugando:
10. exf6 hxg5 11. fxe7 gxf4
12. Qd2 g5 13. O-O-O d5 14. Re1 Nc6 15. g3 fxg3 16. Qxg5, …
Fisher se sentía perdido. Miro
con ira a su rival. Después se levantó solo un poco de su silla y levanto el
cuello para observar como iba la partida de Santino que continuo con:
14. …, Bc5 15. Kh1 Qc7 16.
Bf4 O-O 17. Ndb5 axb5 18. Nxb5 Qd7 19. Bxe5 Qxd5 20. Qg5 f6 21. Rxf6 Rxf6 22.
Nc7 Rg6 0-1
Santino había ganado y
Fisher debía olvidarse del premio. Ya no tenía sentido jugar. Ha Fisher le dieron
jaque mate.
16. …, Qf2 17. Bb5 Rxh2 18.
Qg8+ Kxe7 19. Nxd5+ Kd6 20. Qf8+ Kxd5 21. c4# 1-0
Se levantó dando un giro, cogió
la silla y trató de calmarse por sí mismo. Jorge cordobés le tocó el hombro como
para consolarlo por la derrota y Fisher al no poder controlar su furia contenida
le lanzó la silla por la cabeza. Después miró alrededor como buscando al
organizador del evento, el señor Frank Benítez. Cuando lo halló se dirigió a el
rápidamente a pasos agigantados. Nadie podía detenerlo. El tipo estaba como un
loco, fuera de sí. Todos se quedaron perplejos al ver su comportamiento. Cuando
lo tuvo cerca lo cogió del cuello fuertemente hasta estrangularlo diciéndole:
¡dame el dinero, dame el dinero, maldito sea!!!!!!!!
Cuando se apodero del
dinero, salió corriendo del salón. Nadie lo persiguió. Todos le tenían miedo.
Enseguida fueron a ver al señor Frank que estaba tendido en el suelo, tosiendo
y muy agitado, casi sin poder respirar.
Mientras tanto, Fisher
seguía huyendo. Como era domingo había poca gente en la calle y nadie se
percató de el. Cuando llegó a su casa eran las 3:00 de la tarde. Como vivía
solo, nadie esperaba por él. Puso el dinero sobre la mesa y se sentó al filo de
la cama a esperar. Luego de unos minutos llegó el sujeto de la moto. Fisher se
preparaba otra vez para salir.
FIN